Cantar de Hijos de Rothgar (V)
Posted by Ogruu | Posted in Cantar | Posted on miércoles, octubre 15, 2014
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Ahora que acabamos de terminar la edición de Hijos de Rothgar de 2014, vuelvo a incluiros las partes del cantar que faltaban. Con esta entrada terminamos con la parte del cantar de la caza de Grendel, para empezar en la siguiente entrada con la I Guerra Gigante-Skilfinga.
Cantar XXX
(Del Herod y del Rey Ogruu I, el pacífico,
al que algunos no querían bien)
A
la diáfana luz del día,
el
Herod es diferente,
las
tribus entre sí pugnan,
el
trono tienen en mente.
La
larga vida del Rey Ogruu,
a
alguien hay que le molesta,
y
pretenden destronarle,
alegando
que algo apesta.
Los
hay que claman por fama,
y
de fuerza hacen derroche,
los
hay que afilan puñales,
para
usarlos por la noche.
Dicen
que fue la ejecución,
que
al fausto rey apuñalaron,
aprovechando
que dormía,
bien
finado lo dejaron.
Mas
será todo mentira,
malogró
la mascarada,
aunque
tras de si dejara
su
litera ensangrentada.
Mas
no dejo de cavilar,
al
ver su caminar cansado,
que
si bien no lo mataron,
algo
si lleva cargado.
Nadie
pudo verlo, porque,
aunque
la lealtad sea eterna,
sus
escoltas aguardaban,
de
jarana en la taberna.
Cantar XXXI
(De la gran celebración que el rey Ogruu dio
a sus huéspedes que habían venido a acabar con Grendell)
Ante
la gran aparición,
de
Herod abrieron las puertas,
celebrando
la cacería,
de
futuras presas muertas.
Sabed
como manó el vino,
brotó
cerveza, o hidromiel.
Sabed
que los bravucones,
quisieron
dejarse la piel,
en
las pruebas de cantina,
que
querer desempeñaron,
para
recordarnos por siempre,
el
coraje que mostraron.
Miriam
sirve la taberna,
con
su rodillo de amasar,
y
puede mostrar su furia,
con
quien se vaya a propasar.
Quisieron
probar sus brazos,
con
duros pulsos de fuerza.
Quisieron
probar su ingenio,
con
los pulsos de cabeza.
Haciendo
los malabares,
nos
mostraron su destreza,
mientras
tanto la bebida,
en
su testa se endereza.
Comed
los bollos de piedra,
lanzad
el hacha borracha,
cuida
del lingo vikingo,
cuida
la falda muchacha.
Lugar
hubo a las canciones,
poemas,
risas, bromas y arias,
disertaciones
y magia,
y
muchas historias varias.
Albert
e Ivan sorprendieron,
con
la magia de gigantes,
mostraron
poder y fuerza,
y
saberes inquietantes.
De
antes que temor y oprobio,
comenzaran
de tal suerte,
probando
a ocultar la hazaña,
de
poder reírle a la muerte.
Los
Frisios trajeron arte,
de
su pueblo y de sus gentes,
Bea
trajo voz de sirena,
quedaron
todos pendientes,
de
sus gestos, de su canción,
palabras
que si consiento,
volaron
entre guerreros,
arrullados
por el viento.
Otros
contaron su historia,
con
Diego por estandarte,
su
habilidad de cautivar,
hace
cabezazos darte.
Pudo
haber sido una hora,
podría
haber sido decenas,
todos
quieren verlo de rey,
habrá
que encontrar mecenas.
Los
gautas narran su historia,
mediante
el príncipe negro,
Noeko
dio las carcajadas,
de
tenerlo yo me alegro.
Pues
no hemos de echar en falta,
en
las fiestas fraternales,
el
humor con el que luchan,
beben
y viven los iguales.
Contó
las leyendas de Odín,
las
de los hijos primarios,
de
los Gautas, de Skilfingos,
Gigantes
y mercenarios.
Más
si estos lo hubieran oído,
le
habría faltado guarida
de
Grendell para ocultarse,
si
su Gracia fue ofendida.
La
historia de los gigantes,
dejamos
en la memoria,
de
donde salen las hachas,
te
puede aumentar la euforia.
Con
leyendas de dragones,
unidas
a la bravura,
y
junto a la labia de Iván,
estuvieron
a la altura.
En
Herod la más alabada,
fue
la skilfinga gesta,
las
aventuras de Harald,
que
solo escuchar nos resta.
Drakar
cruzando las nubes,
guardias
que velan secretos,
esclavos
de valor audaz,
de
afable ejemplo repletos.
Amor
a sus fieles gentes,
amor
de ansiado regreso,
amor
a sus verdes tierras,
amor
que lo sella un beso.
A
la ida con esperanza,
y
a la vuelta con orgullo,
pues
los ecos de la muerte,
con
su visión fue murmullo.
El
clan su crónica alaba,
es
así como lo siento,
le
dieron la mayor nota,
del
concurso de talento.
Valientes
así cantamos,
haciendo
temblar la tierra,
cuando
juntos entonamos,
vikingos
van a la guerra.
Para
acabar en la noche,
con
la mejor postura que tu,
puedas
firmemente adoptar,
al
practicar el wikinfú.
Cantar XXXII
(De como Albert y Ogruu se quitaron de las
rosas las espinas)
Algunos
son importantes,
no
por lo que hacen o dicen,
lo
son por ser en si mismos,
aunque
algunos los maldicen.
Son
como las rocas firmes,
a
las embestidas del mar,
que
aun cuando no las contemplas,
constantemente
allí han de estar.
Podemos
hablar de espadas,
de
hachas, de dagas o escudos,
pero
cuando hablamos de ellos,
no
podemos quedar mudos.
Mas
malditos parecían,
por
no haberse destacado,
con
el arco o la doladera,
con
lo dispuesto o lo hablado.
Albert
jugó su partida,
Albert
jugó su estrategia,
o
quizá sirvió su magia,
que
le dio victoria regia.
También
Ogruu fue laureado,
por
cadencia de disparo,
pude
ver temblar su mano,
más
al miedo no dio amparo.
Ambos
señores de tierras,
por
fin son reconocidos,
por
méritos, por hazañas,
por
haber sido imbatidos.
Cantar XXXIII
(Del arquero Cristian y del arquero Zuhait y
de las pruebas que estos jóvenes ganaron)
Podría
decir que la sangre,
empuja
a la mayor edad,
pues
jóvenes intrépidos,
dan
el ritmo y velocidad.
Fue
Cristian quien con buen ojo,
puso
su flecha en la diana,
de
necios fue la derrota,
de
gigantes la mañana.
Mas
destacó en la distancia,
Zuhait
el sagaz, el mejor,
aun
en medio del ocaso,
resultó
el mejor tirador.
Arqueros
Cristian y Zuhait,
promesas
para recordar,
para
seguir expectantes,
nos
pretenderán desbancar.
Pues
son ellos el futuro,
de
futuras incursiones,
de
saqueos y conquistas,
y
de próximas canciones.
Cantar XXXIV
(Del duelo de arqueros entre Julio y Aitor
el Beodo)
Arcos
y dagas se enfrentan,
da
lo mismo donde luchen,
en
abierto o en laberinto,
que
en espesura se busquen.
Al
fin solo Julio quedó,
el
fue mas hábil y astuto,
sabe
que a todos derribó,
para
rendirle tributo.
Mas
conmino a recalcar,
de
todos los oponentes,
a
Aitor, que aun estando beodo,
fue
de los sobresalientes.
Su
pugna estuvo marcada,
por
la astucia y la paciencia,
y
siendo esta, esta última,
la
que diera permanencia.
Cantar XXXV
(De como los Skilfingos vencieron en sus
pruebas “tácticas” del Mölky y el Kubb)
Este
año el filo se escapó,
a
skilfingos valientes,
pero
no así la táctica,
prueba
lúcida de mentes.
La
lucha es más que número,
más
que el arma enarbolada,
pues
para conseguir fama,
falta
hace más que la espada.
Tanto
en el Mölky como el Kubb,
repartieron
sus lecciones,
ya
que para matar al rey,
no
les faltan emociones.
Gracias
a su perspicacia,
sumaron
filas a sus huestes,
hombres,
caballos y espadas,
que
el coraje no les restes.
Cantar XXXVI
(De poneys y peludos. Siendo los gigantes
los triunfadores de las pruebas montadas)
A
la puntería montada,
no
le conocemos rival,
a
los jinetes gigantes,
que
no cabalgan nada mal.
Aunque
perdían resuello,
sus
peludos aguantaron,
y
fueron Ivan y Cristian,
quien
el aro se llevaron.
Ganaron
en velocidad,
en
la esplendida carrera,
mientras
las monturas trotan,
los
skilfingos dan guerra.
Pues
mientras Javi y Cristina,
como
el viento cabalgaban,
atacan
al rey montado,
cuando
en la curva estaban.
No
arrebatemos méritos,
al
jinete y a la montura,
que
mientras todos miraban,
culminaron
con soltura.
Perseguidos
por los gautas,
que
daban botes de altura,
les
pisaron los talones.
mas
quedan en la espesura.
Alabad
a los gigantes,
como
veloces y diestros,
manejaron
las monturas,
sin
asomo de siniestros.
Siempre
hay quien les otorga,
que
si no ganan por tesón,
podrán
cambiar sus tácticas,
y
ganarán por invasión.
Cantar XXXVII
(De los combates de espada. De como Kuroma y
el bardo se destacaron como poetas guerreros)
En
lo que acero respecta,
fue
el asunto muy reñido,
pues
los espadas son bravíos,
todo
aquello que ha venido.
El
sol salió para Frisia,
con
Kuroma como campeón,
que
derrotó a cada émulo,
blandiendo
en alto el espadón.
Ahora
otro poeta guerrero,
hay
para tener en cuenta,
que
conjunta el filo y el verso,
y
que a su amada nos menta.
A
la de voz de sirena,
amor
profesa y defiende,
con
sus letras y estocadas,
futil
que nadie arrende.
Mas
con la espada en la mano,
contempla
al bardo luchando,
a
otro, a otro, a otro y a otro,
con
arte va despachando.
Hasta
rendirlos a todos,
como
ya hizo una vez mas,
fíjate
bien de ello, porque,
no
se si otra vez lo verás.
Sellado
plan tiene el bardo,
la
mente, envuelta en la mar,
estos
amantes de versos,
bogan
amarras sin atar.
Cada
vez se presenta mas,
este
singular paladín,
que
vive y que combate,
entre
crepúsculos sin fin.
Siendo
el lienzo, el escudo,
siendo
su pluma, la espada,
ved
el arte en la palabra,
y
su magia en la estocada.
Cantar XXXVIII
(De príncipes, ladrones, herreros y
herrerillos)
Va
a ser la primera canción,
de
aquel que naciera humilde,
pero
que tras pasar los años,
nos
va poniendo la tilde,
en
su persona y en su gesta,
con
lo cual yo lo celebro,
porque
¿Qué sería del cantar,
sin
Noeko, el príncipe negro?
Pero
hablaré de ladrones,
pues
a los frisios tentaron,
y
sin que se dieran cuenta,
a
ambos los desvalijaron.
Se
dice cofre sin dueño,
se
dice cofre de todos,
alguien
consiguió mucho oro,
en
un cofre hasta los codos.
El
mismo rey por malversar,
fue
por un frisio acusado,
y
por duelo celta sin par,
fue
su defensor derrotado.
Quedando
en él una mancha,
que
en mi voz se quedará,
como
advertencia a los reyes,
que
en el futuro habrá.
Me
gustó ver los herreros,
repartiéndose
las tierras,
los
reales Ogruu, Joseba y Albert,
apuraron
bien las sierras,
para
ver el mapa en trozos,
y
con sus zonas de inluencia,
generales
de martillo,
tenaza,
yunque y paciencia.
Se
vio reunido el concilio,
y
acordaron sus asuntos,
secretos
de goma y espuma,
que
trata en ponerlos juntos.
Y
sin ánimo de ofender,
más
me reclamó la atención,
como
a la hora de recoger,
causó
tan gran expectación.
Cantar XXXIX
(De la hoguera. De la declaración de Guerra
entre los Gigantes del hielo y las Forjas de Skilfinheim. Del brindis y del
mito a su alrededor)
Los
gigantes se sentaron,
con
semblante de victoria,
pues
sus huestes atestaban,
las
campiñas de la gloria.
Enfrente
sienta ceñudo,
el
skilfingo mas recio,
Joseba
pretende ser rey,
no
le importa cual sea el precio.
El
monarca y su corona,
ilesa
de los puñales,
que
en la noche le atenazan,
cierra
muros terrenales.
Los
frisios hablan al oído,
pues
son de Loki los hijos,
forjan
lazos con los fuertes,
de
inquinas sacan alijos.
Acusaciones
se cruzan,
no
existe un acuerdo que vea,
Joseba
nunca acepta un rey,
que
bravo skilfingo no sea.
Albert
no quiere la guerra,
y
busca forma en su pecho,
que,
le coloque en el trono,
por
legítimo derecho.
Los
Matadragones alzan,
al
líder que ven más fuerte,
si
Diego no puede serlo,
con
Joseba hasta la muerte.
Mas
los frisios son ladinos,
y
apoyan a los gigantes,
dejando
la diferencia,
mas
o menos como era antes.
Mas
la corona no cede,
pues
los cuervos aborrece,
si
la corte no acuerda rey,
en
su casco permanece.
¡Mirad!
El bardo está loco,
pues
de Grendell su odio mana,
el
y sus hombres van a Vinland,
en
su búsqueda insana.
Mas
testigos son los siete,
con
su influencia se razona,
pues
han espantado a Grendell,
su
opinión no se cuestiona.
También
nos hablan los sabios,
al
abrigo de las llamas,
¿queremos
héroes o reyes?
si
dirigen los que aclamas.
Los
pueblos están partidos,
la
corona en disputa está.
nos
brindamos por la guerra,
que
pronto el verano traerá.
El
brindis se lleva el viento,
con
el viento el rey va a verme,
sin
el rey las voces callan,
callado
el rumor se duerme.
Mas
la hoguera permanece,
muestra
su esencia mas pura,
porque
a partir de las doce,
es
una puta locura.
Tras
los ecos de la disputa,
vino
de nuevo la risa,
para
los últimos que había,
fue
como una suave brisa.
Y
el último que quedó,
dijo
que ya vendría luego,
aquel
gigante esperaba,
que
la lluvia apague el fuego.
Cantar XL
(De como marcharon todos en direcciones
opuestas para rencontrarse dispuestos para la guerra)
Ahora
marcháis de nuevo,
pues
ha caído el cruel invierno,
mas
cuando al Herod regreséis,
traeréis
el acero tierno.
Vais
a portar la fría guerra,
hacia
nuestra bella costa,
pretendéis
arrasar todo,
como
plaga de langosta.
Sabed
que ese es el camino,
que
esculpe a nuestros avales,
ver
en el escudo alzado,
el
rostro de sus rivales.
Abatir
al enemigo,
con
toda la furia de Odín,
comenzasteis
con un brindis,
en
un año le pondréis fin.
Más
como bardo si os diré,
aunque
quiera no me puedo ir,
pues
como bardo me cuido,
de
ser el último en morir.
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